La cara de la modelo Kendall Jenner, imagen de la última campaña de la marca Cavin Klein, apareció el último día del mes de abril con la cara llena de franjas rojas. Al encontrar esto, nadie podía explicarse como una persona había llegado a este anuncio que cubre buena parte de la fachada de un edificio de 6 plantas.
Y es que el responsable fue humano, pero de forma indirecta fue un dron quien anduvo revoloteando por la esquina de la calle Houston con Lafayette, en Nueva York. El responsable ha sido Katsu, un reconocido grafitero que aspira a dejar huella en los sitios más inaccesibles de la ciudad.
En 2012, Katsu se hizo famoso por pintar en tiempo récord un ala del Museo de Arte Moderno de Los Ángeles con motivo de una exposición de arte urbano. La clave: haber modificado un extintor de incendios que le permitió trabajar con una máquina ultrarrápida.
Al igual que tuvo la solución para cubrir un amplio espacio, también se le encendió la bombilla cuando vio el cartel de Calvin Klein. De hecho, la semana previa al acto vandálico, el grafitero exhibió varios de sus lienzos pintados con un dron en la Feria de Arte Contemporáneo de Silicon Valley.
Con motivo de la exhibición, en una entrevista al Center for the Study of the Drone, Katsu destacó que por el momento solo había usado drones para pintar lienzos, pero que sus planes eran más ambiciosos. “Quiero experimentar en las calles y crear enormes murales en sitios que son inalcanzables incluso para los artistas más temerarios y acróbatas”, especificó. Y lo cumplió: los transeúntes de la esquina de Manhattan vieron ascender un dron que pintaba la cara de Kendall.
Desde algún sitio cercano, el artista pilotaba un dron modelo DJI Phantom 2s. En menos de un minuto, la obra quedó terminada. Eso sí, no todo fue como él había pensado, pues según el autor, cada una de las líneas del dibujo estaba determinada por los movimientos para no perder altura del propio dron. “Digamos que ambos somos coautores de la obra al 50%. Suena raro, pero es la verdad. Por un lado estoy yo controlando el dron a medias y por otro está la máquina diciendo: ‘No, necesito ir en esta otra dirección’. Es una danza extraña, que crea líneas y patrones únicos”, explicó al centro.
Para el creador, esta fase de creación compartida corresponde al desarrollo 1.0 de la tecnología. Programar previamente un patrón de vuelo para conseguir un diseño predeterminado correspondería, según el artista, a fases posteriores.
«Ahora cualquiera puede salir a la calle y hacer un grafiti con un dron en lugares impensables”, señaló el artista, que confía en que es el momento perfecto para que cualquier experimente porque aún no hay regulaciones claras en esta tecnología. “Estamos en ese periodo raro en el que muchos no saben ni siquiera qué es exactamente un dron. El público general desconoce qué puede hacer con uno y qué implicaciones puede tener para su vida”.
En este contexto no es extraño que la revista Wired fantasee con la idea de que las autoridades creen una brigada anti grafiti equipada con drones que persigan a las máquinas voladoras vándalas y limpien sus obras de arte.
Fuente: marketingdirecto.com
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